Se inició como dibujante en 1938 (a los 18 años de edad) en el diario El Pueblo, donde entre otros trabajos ilustró “Veinte mil leguas de viaje submarino”, de Julio Verne, germen inicial de su labor en la historieta. Su labor profesional –que prosiguió luego en el diario Nueva Palabra, la revista Cara Sucia, el vespertino La Razón y las revistas Espinaca y Campeón– estuvo orientada en esos primeros años casi exclusivamente al humor gráfico, al punto que en el Primer Anuario de la Asociación de Dibujantes de la Argentina publicado en 1944 figuran solamente trabajos suyos de humor, correspondientes en dicho caso a sus personajes “Archibaldo” publicado en La Razón y “Goyito”, que ya desde 1941 aparecía en Espinaca, dela Editorial Manuel Lainez.
Fue precisamente a partir de su vinculación con Lainez que a mediados de los años cuarenta Taggino comienza a dejar el humor para volcarse decididamente a la historieta “seria” en la cual, según ciertas referencias, ya había incursionado en 1941 con un trabajo titulados “Justicia alada”. Fruto de esta nueva etapa son trabajos como “La Vuelta al mundo de dos pilluelos” (1944), “El “Gran Tabú” (un émulo de Tarzán que aparecía en el diario Noticias Gráficas), el personaje “Peter Stevens” y a partir de 1947 adaptaciones de novelas y películas en la revista Aventuras. En 1948 junto con Pedro J. Cusano y el periodista y dirigente Radical Moisés Levensohn participa en la creación de la agencia periodística Celografic, empresa que mantuvo una larga vigencia y que suministraba a diarios del interior material de humor, crucigramas, entretenimientos e historietas, entre ellas varias de las creadas por Taggino.
Durante los años cincuenta colabora con la revista Mundo Argentino (“Dos abordajes”, 1950), con Ping Pong, para la cual entre 1952 y 1953 dibuja “Drago, el rey de los bosques” (otro simil de Tarzán) y “Mario Duval, criminalista” y con Poncho Negro, en la cual en 1954 dibuja el personaje homónimo e historietas unitarias y en 1956 “El Hombre Cometa”.
Colaborador de Columba desde inicios de la década anterior, la firma oblícua de Taggino estará presente también a lo largo de toda la década del sesenta en las revistas de esa editorial, época en que sus estilizados y elegantes personajes ilustraban historias aparecidas en Intervalo semanal, El Tony o D’Artagnan y que podían titularse “El camino de la silla eléctrica” o “Un cadáver bajo el agua”, de 1962 y 1963 respectivamente. En 1964 comienza a dibujar en el diario La Prensala serie de divulgación histórica “Esto pasó”, que como ya se dijo realizó hasta su retiro en 1979.
Además de los ya nombrados, José María Taggino colaboró en otras importantes editoriales como Abril, Atlántida, Dante Quinterno y García Ferré y en el diario La Nación, realizó exposiciones de sus trabajos de cerámica y formó parte de la Comisión del Museo dela Caricatura “Severo Vaccaro” cuando este reanudó su actividad en 2003.
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